domingo, 23 de diciembre de 2012

Feliz Nochegüena y Navidá.



Esta noche es Nochegüena y mañana Navidá.

Y, amás e ser cierto, es parte d'una popular copla e Navidá, mu cantá por tós los roales de noestra España.

Po eso, quió aprovechar er tétulo e la copliquia, pa disearos a tós mis amigos Palmaris, blogueros, amigos e facebook, lertores y emás presonas, una mu feliz Nochegüena, rodeaos e toa la familia, y una feliz Navidá, en la que estéis renchíos e Paz, Amor, Recogimiento y cilebreis la allegá e noestro Redentor con munchisma allegría.

 Los dejo unas palabriquias en panocho, rimanientes a costumbres e noestro roal güertano, sucedíos que se repetían en noestra Murcia e antaño.

Un juertísimo envión chillao a tós, sin ercepción denguna.


¡YA LLEGÓ LA NOCHEGÜENA!

 
¡Ya llegó la Navidá! Esa fiesta que tuiquia la gente cilebra.

 
La pasá noche jué mu fria, y ya en las primeriquias horas se veia qu’iba a caer rugío. Asomó la nueva mañana, la mañana e Nochegüena, con toa la güerta blanquecina, poique, efertivamente, la noche anterior había caío una escarcha mu recia, que ejó los bancales blancos, como si juá er polo norte. Ni pa segar arfarfa podias meterte en er güerto. Er marrano, los forregos, la cherra y dista la cabra pidían, con sus balíos y gruñios, un puñaíco e yerba, anque juá seca. Ellos no entendían de rugíos y’escarchas, y si son mu frioleras o no. El güertano sí que sabe e los achaques y las peplas qu’en cuanti que allega el invierno tién que sufrir en la güerta.

Ese era er motigo de que aquella mañana der dia e Nochegüena, en la barraca der tío Pencho, der partío e L’Arbatalía, estuvián tós muncho tristes y’aguantando a duras penas, rejuntaos en la cocina, mentras la tia Maria’l Carmen preparaba la sartén p’hacer unas migas ruleras y asín poer enfrentarse ar frio y sus consicuencias.

 Los zagales, como crios que son, tocaban la zambomba, la pandereta y la castañeta, mentres s’inventaban coplas pa cantar en Nochegüena. Pero er tío Pencho, su paere, mu serio, con er el capazo y la sera en una mano, y la corvilla en la otra, se iba hicia la puerta, pa ver si podía encontrar anque juá ramuja seca, pa echalles a los alimales, y que asin argo comieran.

Esos dias son de muncho frio, caraiterísticos d’estas fechas, ande tós se arrejuntan pa celebrar esa fiesta, tan quería y tan diseá, como es la Nochegüena, y’ande gozan los zagales, corriendo por tós los carriles y sendas e la güerta, cantando sus coplas “d’aguilando” y llamando a toas las puertas, ande vecinos y amigos a tó er que llega l’orsequian, con un mantecaíco, o con un trocico e torta, o con un cordial y una copica e lechanís, o coñá o mistela, y pa los mas frioleros, un rigüerto.

¡Ya está aquí la Navidá! La fiesta qu’en la güerta, lo mesmo qu’en la zudiá, tuiquia la gente cilebra, desfrutando con amor, con paz y con cosas güenas, ande tó er mundo se quié, orvidándose las penas, poique nace er Niño Dios, ¡el Rey de Cielos y Tierra!

viernes, 27 de abril de 2012

Como frabicaron los moros l'azú e la contrapará.

Antañazo, cuando los moros e la morisma se pusieron a frabicar l'azú e la contrapará, s'arrejuntó un troper e gente, mu jrande, en las dos costeras der rio, que paecían moscas. Unos s'arremangaban los zaragüelles y se metían entro er río a clavar estacas, y otros tanimientras, les arrimaban peñas. Pos señor, que tó iba bien ar comienzo, pero ¡caballeros! cuando ayegaron los hombres ar comedio er río, ar clavar una estaca... ipum!...abajo, ¡y Dios t'aya perdonao!... echaban una peña y... ¡como si juá un paper e fumar!... ipum! y abajo. Y a tó esto, la obra pará y los moros esesperaos, había allí ombre que se c... en er zancarrón e su Mahoma, y ya ecian argunos, «¡caballeros, lo que no pué ser, no pué ser...» cuando s'arremaneció po allí un viejeciquio que naide lo había esfisao en jamás e los jamases, y le ijo a los e la presa: «¡seis unos alimales empinaos! ¿no sabéis que l'agua es una tonta, q'ande la llaman vá?» pus ¡aquí l'estrucia! ¿tenéis mas q'acer una cortaura en la peña, pó aquí mesmo (señalando ande está er sangraor e la Contrapará) y os sorbéis er río por una cieca der ancho d'un zaragüelle?...y los moros miraban ar viejecico aquer, y denguno lo reconojía; pero lo miraron q'estaba arrugao der tanto saber, y ijeron tos: «pus tié razón este agüelo» y se pusieron a hacer la cortaura q'abia dicho aquer tío cutimañas; y tan presto jué arrematá que, en un jesús, er rio se queó en seco, y se vido lo que ojos no verán, que jué que los zagales jueron á jugar ar caliche en comedio er rio, y...asina se hizo l'azú é la contrapará... Pos señor ensiguía que s'arremató la obra, jueron las maeres mias, poique er río l'abía tomao er busto a ejarse caer por la cortaura e la contrapará, y paecía como si abora ijera: «vusotros l'abeis querío, y yo no estoy aquí p'acer siempre buestro busto.»

Y con aquella eficurtá, s'arrejuntaron otra bes más moros que moscas, y escomenzaron a tirar en la cortaura muncha broza y...¡ná!, y haces d'arcabazas y... ¡ná!, y sabenas e perfolla y... ¡ná!, y sarrias e paja y... ¡ná!...poique er rio, bamos ar dicir, es como los hombres, que no saben la juerza que tienen dasta q'se ven repretaos. Y los moros estaban que paecían e yesca, y argunos se c... otra bes en er zancarrón, y otros icían pegando boces: «caballeros esto no tié apaño, ¡nos hemos luzío! aquí no quea más q'acer que ca uno a su casa y no icir denguno lo q'aquí á pasao, que no á sío denguna dibirsión, que quien s'a divirtío es er viejeciquio...» y no jué más presto nombrao, q'er viejeciquio mesmo s'arremaneció allí sin que naide lo esfisara antes, que paecía besibilo. Y lo mesmo jué vello que tirarse a er tos, pa inchalle la geta a guantás, y a rempujones tirallo al agua, pero er tío aquer no s'encorbilló, poique era mu despabilao, y como si tar cosa pega una bos iciendo: «que curpa tengo e que seáis unas bestias vestías! ¿no abéis visto que lo q'está pasando es enchizo? pus lo qu'es tanimientras que no echéis ahí, ¡ollirlo bien alarbes! una virgen e los cristianos, la mesma maere e su Jesús, ya podéis estar tirando, q'es tó como si tirarais una perfolla e panizo...» ¿Tu q'as dicho? n'abia cerrao la boca aquer tio coscón, y ya habían trayío los más adeterminaos, robá, una virgen de ande pudieon echalle mano y l'abían echao ar conduto e la Contrapará po ande s'iba er rio...

¡Lo que pasó entonces caballeros! ¡lo que pasó deseguía que tiraron la virgen al agua!... pos pasó q'ande cayó la estauta santísima se queó en seco, poique, como er río trae toas las pudres d'Archena, no podía er Señor consintir q'el agua aquella mojara a su debina maere, que jué pura antes der parto, en er parto y dimpués der parto, el agua s'echó p'atrás, y s'arremolinó, y corrió p'arriba en bes e correr p'abajo, y tomó biaje otra bes por ande l'abía tenío siempre, y ar yegar a l'azú nueva, sartó por encima, y asina que sartó escomenzaron a echar relinchos los moros, y a icir «¡jamalajá!, ¡jamalajá! ¡bien icía er viejo!; pero er viejo ¡s'abia esparecío!...y aquí entra la moraleja: que er viejo aquel era er demonio malo, que quiso tener un rato e dibirsión en ver como er río se allebaba la virgen, poique la tié muncha tirria; pero jué ar revés, que jué la virgen la que se riyó der demonio, y asina a é ser por los sigros e los sigros. Amén.

lunes, 2 de mayo de 2011

BANDO MU PICANTE, ARTENERSE LOS MENÚOS DE LEEL.LO


Er Arcarde hace saber,
pa general conocencia
de tós los zudiadanos,
que las parejas que sean
pillás en asto occeno,
usease, haciendo cosas feas,
se les imponerá una murta
dacorde a la marraná hecha.

Asina les saldrá la cosa
sigún de cochina que sea:
Si está la mano en er muslo
e la zagala, que se deja,
les costará una lechuga,
usease, cinco uros;
si con la mano en aquello
-esta mano es la d’ella-,
ya vemos que el asunto
se sube a nueve uros;
si con aquello en la mano
-en la mesma mano d’ella-,
este haciente esta penao
con unos deciocho uros;
si con la boca en aquello
-no sea yo er que tal vea
esconsideración tan guarra-,
se pasa a vanticinco uros;
si es con aquello en lo otro
-¡ésta sí qu’es una güena,
una cochiná de las cerdosas!-,
pos traintaisais uros les cuesta;
si por un caso aquello
fuera de l’otro estuviera,
en estotra cincuntancia
se monta a cuarenta uros;
por úrtimo, si aquello
de l’otro ande la zaguera,
les costará sin rimisión
justos los cincuenta uros.

Desplicamos abora mesmo
lo que tenga mal entienda.
Aclarando qu’es “aquello”
se da mediata rispuesta:
No es volaor morciguillo,
manque mu bien que cuelga;
no tié ni un pensamiento
en su coloraota caeza;
no tié carné d’un clú,
anque un miembro paesca;
no es istrumento músico,
anque al órgano s’asemeja;
s’empina elante las damas
y no es caballero esta fiera;
se contrae como acordión
sin muelles que se le vean;
anque sea un taladraor,
no es máquina petrolera.
Con tó esto quea dicho
lo que “aquello”, digo, sea.

Rimaniente a qu’es lo “otro”,
aquí se da la rispuesta:
Tié jrandes labios su boca,
pero sin dientes ni muelas,
no es abanico esta cosa,
pero s’abre hacia juera;
traga polvos a montones,
pero no es l’aspiraora;
no te muerde ni mastica,
pero tié gran tragaera;
es conejo que no corre,
manque se corre que güela;
no es volcán perigroso,
anque eruciona pa fuera;
no es bicho vegetariano,
pero los nabos l’alegran.
Creo que con tales pintas
lo qu’es lo “otro” ya sepan.

Mu bien he espicazao
lo qu’aquello y l’otro eran;
con esto están alvertías
toas las presonas parejas.

sábado, 30 de abril de 2011

Rimaniente a los agüelos.

Las parejas no s’apañan
si no  se tién dos suerdos
y antoces, pa trebajar,
si se tién críos pequeños,
no se tié más rimedio
qu’echar mano e los agüelos.
Yo conojo a Pencho er Colorín
que se jubiló hace tiempo
y que tié, e sus dos hijas,
dos nietas y otros tres nietos
y con tal e que denguna
le puá poner dengún pero
esta er probe que no para,
y no pensar que desagero.



Comencipia mu trempano,
recoge a los más pequeños,
y se los lleva pa su casa
con su mujer, la Consuelo,
pa que los cudie to’r día,
y, corriendico corriendo,
va y recoge a los más jrandes
pa lleval.los ar colegio.
En er hueco e la mañana
hace los mandaos er Pencho
enseñando a to er que pilla
las foticos e los nietos
y enseguidica se va
¡otra vez a recogerlos!



Dimpués les dan e comer
y, por la tarde, lo mesmo:
las zagalas al “balé”
pa ver si crían güen cuelpo
y los zagales al “judo”,
que quién ser centurón negro
y dimpués, tós al “inglés”
qu’es abora lo moerno.


Y, si es su mujer, la probe,
mentres cudia a los menuejos
siempre tié un par e camisas
o pijamas d’angún yerno
pa cosel.le los botones
o pa hacel.le angún rimiendo.
Total, que de tanto trote,
s’acuestan ya meio muertos,
anqu’él entavía tié humor
pa icil.le a la Consuelo
cuatro parablicas durces
pa ver si se la lleva ar güerto…
pero ella va y le suerta:
¡duérmete y escansa, Pencho!
¿te s’ha orvidao que mañá
tiés la briega e los nietos?


Por eso, aquí en mi partío,
puó prometer y prometo
que, por tó lo que trebajan,
¡LOS AGÜELOS TENDRÁN SUERDO!

jueves, 28 de abril de 2011

Contartos y anuncios panochos.

CONTARTOS





Señora casá, ansiosa y qu'echa humo, quié pasallo mu bien.
Er móvil pegao ar catre: 6-69-69-69-69.
Mi marío está en La Bana.





Moreno com’un tizón, us pondrá muy a busto encima d'un corchón. 987654321, Antón.





Tengo más e tres duros y entavía e güer ver. ¿ T'animas a vesitarme? Senda der Panizo, 69. Churripuerca. Mu hambrienta. 696543210.





Si tiés picacera ven a verme. Romualda “La Pijona". Carril e la cieca 13 - Er Juncal. Recibo vesitas t’or dia u noche.





En er pueblo ya me conocen tos los mozos ¿Quiés conocerme tú? Zurre er 666000333.





Me pica er ramplín ¿Quiés quitarme er escozor? T'aspero en er 607007007.





¿Quiés regal er peregil? Tengo una tahulla. Llama ar 622334455.







TREBAJOS





- SE NESECITAN vainte presonas que quián doblar er lomo pa ir a mondar el río. Razón:
En la Venta Er Corrental.





- SI QUIÉS GANAR MUNCHAS PERRAS t'enseñamos a frabicar prefumes sacaos e la junza, la verdolaga y er peregil. Escribe a ESENCIAS GÜERTANAS. L’Arbatalía.





-  EL NIGOCIO ESTÁ EN UROPA! .
Mandarme bajocas, pavas de L'Arboleja ú nísperos, que yo lo venderé tuiquio aquí. Antoñico er "Manos largas". BOX 445566. Franfur (Alimania).

lunes, 25 de abril de 2011

Er güerto y la higuera.

Ya no van los zagales

a la higuera vieja

q'hay en er güerto

pos está la probe mustia

y cuasi esnúa

por la custión der tiempo.



Las hojas tié pajizas

y vuelan con er viento

y'una bandá d'ovispas

anían en su seno;

las ramas que reclujen

cuasi secas...

que paice un esqueleto.



Muncha pena me da d'aquella higuera

la ensueño dista dispierto,

muncha pena me da d'aquellos críos...

raquíticos y'hambrientos,

muncha pena me da de los cofines

vacíos de mi aposento.



Que murria que me da d'aquella higuera

que la plantó mi agüelo,

no gorveré a comer d'aquellos higos...

rayaos y tan güenos.



Ya pué que no m'arrime,

ni vaya mas ar güerto,

¿Pa ver er güerto triste

que paice un cimenterio?

¿Pa no encontrar refugio

d'estios y sol de pleno

y no pasar la siesta

tendío en er quijero?



¿Pa que no cojan higos

esos zagales tan pequeños

y no llenar sus panzas

los críos tan rovinejos?



¿Pa ver tu cielo escuro

con nubarrones negros...

y ver tus primaveras

sin flores ni jilgueros?



¿Pa ver tanto carrizo,

zerriche y tanto bleo...

y ver los caracoles

que no sacan los cuernos,

y ver qu'en l'arbolea

las frondas se perdieron?



Ya no catan los nenes

jarabe der puchero

d'almibarao arrope

d'aquellos higos secos.



No allegaré a la casa

trempano y tan contento

con un cesto de caña

colmao d'higos frescos.



Ya no hay en la dispensa

er pan d'higo casero

que tapa a los zagales

el hambre en el invierno.



Las tórtolas huyeron

en un volar sin freno

ya no encuentran macocas

pansías en er barbecho.



Y llora la chopera

de las parés der güerto,

la leña amontoná, cuasi humecía...

com'un montón de güesos

Y los zagales juban

como si juán espectros.



Maldito sea er cerrucho,

ladrón sepolturero,

que me robó tu sombra...

pa d'irte con los muertos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Navidá y Reyes en la Güerta e Murcia (y II)

To'r mundo güerve cantuseando las coplas del aguilando, tos vienen felices y contentos, esta noche ha nacío el Niño. No hay otra noche mas hermosa qu’esta en la güerta. La allegría es contagiosa, to'r mundo canta, tos se felicitan, d’una forma, d’una manera, que paece sino que to el partío sea una sola familia.

La noche sigue cayendo, poquico a poco. La helor, va gorviendo der color e las perlas, el verde tapis e la güerta. Hace munchismo frío, pero los corazones están mu calientes, y’en los labios brotan a borbotones las coplas con allegría, y las manos hechas yesca, de tantismo tocas las guitarras y bandurrias.


Los pastores que supieron
qu’el Niño queriba fiestas,
hubo un pastor que rompió
cien pares e castañetas.


Tanimientras, cubierta por los negros lutos e la noche, adentro d’una barraca, una probe maere afligía s’ha quedao durmiendo, con los ojos llenetiquios e lárimas, acurrucaica e frío, y con la mano erecha acariciando la cara der zagal, rubio como las candelas, y que tié por toa la cara una sonrisica, tan fresca, que no paece sino que juá er mesmo Jesús durmiendo en er pesebre, como aquella otra nochegüena d’hace munchismos años.

Ya van rematando las fiestas, cuasi to va gorviendo a la normaliá. La güerta sigue su curso, y la vía familiar, en toicas las barracas, se va esarrollando e la mesma forma qu’enantes juá.

Han pasao dias mu amargos pa la probe Maruja, la viuda. Dias e munchismos ricuerdos, e munchismas pequeñicas cosas que pa ella, en su corta esistencia, han marcao e forma efinitiva su atormentá vía.

Y que, agora, mentres que lava la ropa d’angún señorito e la capital, va ricordando, como si juá una d’esas películas que a ella tantismo le bustaban, cuando venía a vellas a la zudiá, por los dias e feria.

S’ha pasao ya er dia d’inocentes, tan marcao pa ella, pos jué ese dia cuando s’enamoró perdíamente d’aquel marío qu’el Señor, tan pronto, l’arrebató. Lo recuerda como si juá ayer mesmo: Encomencipiaba er baile e pujas, que la campana d’auroros hacía tos los años, pa sacar fondos pa las misas e los defuntos y las neseciaes propias e la cofradía. Ella, fresca y pura como una clavellina d’abril, prencipiaba er baile. Entonces su otro novio, er Juan José del Miserias, ofreció cuatro reales. Apareció er Blas y lo subió a ocho. Picao Juan José en su mas oscuro fondo, ofreció dies. A catorce lo subió el otro, vainte daba er del Miserias, y trainta jué er remate p’al de l’Alberca. Y claro, er baile jué pa él.

Entavía recuerda Maruja, aquellas palabras del atrevío vesitante, cuando elante e t’ol partío, dijo en vos alta ar Juan José: “En poco valoras tu lo que tiés, anque tamién es verdá qu’en jamás oí yo icil, que la Virgen e la Juensanta tuviá una copia, y que se pagara tan poquiquio por ella”.

Bailaron tuiquia la tarde, pidió premiso pa vesitalla, ella ar prencipio, se negó, pero ar fin remató cediendo. Y aquello que prencipió unas Pascuas, acabó con las bendiciones del señor cura, por San Juan, endispués d’un año.

¡Cuantismos ricuerdos! La Navidá era pa ella un completo ricordatorio e fechas y deminutas cosiquias, que l’hacían mu felis. Pero agora, la estrujaban el alma, y hacía que por sus delicaicas mejillas corrieran las lárimas.

Toico esto pensaba remaniente a su probe vivir, cuando llegó s’unica alegría, su zagal, el angeliquio que, como icía ella, er Paere Eterno l’había puesto pa vregilalla y que no hiciá un disparate, poique sin su Blas, no podía seguir viviendo.

-Maere, maere, ¿sabe osté una cosa?

-Dime rey mío.

-¿Sabe osté?, er Juanele e la Pollera, la pidío a los Reyes un tambor d’hojalata, Antón er Perintin una escopeta e maera, la Santi der tío Cojeras, una ristra e peroles, Facorrico el hijo der Merlas un carretón… y yo, maere, ¿sabe oste, que le pidío? Pos un caballiquio e cartón, como aquel que vimos cuando juí con osté a la zudiá, en la calle e las tiendas.

A la probe maere, se le puso un núo terrible en la garganta, que paecía que d’un momento a otro la juá ahogar, a la ves que principiaban a escurrírsele las lárimas.

-Probe hijo mio, pa ti no habrá Reyes, ni naica, ¿no ves que no tenemos una perra, que semos mu probes?

-Pero maere, si no hace farta, ice er señor cura que sobra con haber sío güeno, y yo lo he sío, ¿verdá maere?

-Mía Blasico, tú eres mas güeno qu’er pan, y sino juá por ti, esta probe e tu maere, hace munchismo tiempo que se juá ío d’este mundo, pero no pué ser, ¿no ves qu’estamos e luto?

-¿Y qué maere?

-Pos na, hijo mio, que los Reyes no sabrán ni ande vivimos en la güerta, poique nos acostamos mu trempano, no hacemos apenas ruío, está to'r dia la barraca trincá, y poique tu paere no está con nusotros.

-Güeno, pero no hace farta naica d’eso, icen que sólo hay que poner las esparteñas po ezaga e la gatera, y que los reyes lo ven toico, y lo saben tamién.

-Anda Blasico, ayúdame a llevar éstos lebrillos pa la casa, y éjate e toas esas cosas.

-Se lo dicío a to'r mundo. Ya verá osté, ya, como voy a jubar con mi caballo, y le voy a llamar Lucero.

-Blasico, lleva cudiao, ¿no ves que me tiras la sábena jrande? ¿Es que no pués con er bulto?

-Si que pueo, maere. ¿Sabe osté?, se lo he contao dist’ar tío Colás, que ya no me ice na malo, como enantes.

-Mu mal hecho, te dije que no gorvieras a molestar. ¿Ves como has sío esobediente?

-No, si ma llamao él.

-Güeno, pos ni asín te cerques.

-Pero maere…

-A callar y arrea p’alante.

Que triste era to pa ella, Dios mío, qué miseria tan jrande, ni siquiá un puñao e bolicas d’anis podría ella mercalle ar zagal. No podía, ni un real teniba siquiá. Esto l’hacía estar ca ves mas triste y la murria l’asfisiaba, a medía que llegaba la noche e Reyes.

Platicando con la Pascualusa, su güena vecina e siempre, s’ahogaba en llanto, d’impotencia ante aquello, qu’era toa la felicidá e su criatura.

-Mia que te digo Maruja, er mundo hay que tomallo como viene, y quió icil que a poco trigo, pan rigüerto; qu’er que se cae a una cieca, a una cepa s’agarra y que argo, mentres qu’er mundo sea mundo, siempre es más que ná. Conque no lo pienses más, pide prestao, los señoritos te fían, y mércale ar zagal er jubete.

Pero ella, no podía. Entavía l’estaba pagando a D. Rafael el dinero que le dejó a su probe marío, Dios lo tenga en la Loria, p’arreglalle la barraca, pa que ella y er zagal u la zagala, qu’entavía no se sabía lo qu’iba a ser, tuvián ande cobijarse en to tiempo. Debía munchismas perras entavía, y no se podía premitir er lujo e mercalle ar zagal ni siquiá un molinico e caña.

Pero como toíco llega en esta vía, llegó la noche e Reyes. Aquella tarde, er zagal, apenas s’había perdío el sol po ezaga e los montes, ya estaba hecho un ovillico dentro der catre, tapao dista la caeza, durmiendo como un bendito, agora, eso si, enantes d’acostarse había puesto las alpargatas nuevas al laico e la gatera, y l’había ejao a su maere er recao de que por naíca der mundo lo dispierte, pos los Reyes pasan e largo si lo encuentran espabilao.

La maere no podía dormir aquella noche, no paraba e pensar en el dispertar de Blasico a la mañana siguiente, er disjusto que s’iba a llevar cuando lo esfisara to tan vacío. Lloraba la probetiquia tapandose la boca con la vieja manta, pa no dispertar ar zagal. Sintió que se moría, le fartaba el aire, y mu alterá se levantó e la cama, pos s'asfisiaba e pena, y le paecía que hubiá llegao la hora e morirse.

Jué entonces, cuando vido argo que la dejó entavía más fría a la probe e lo qu’estaba. Vido una fegura humana escurrirse en er cañar y salir por toa la senda, enfilando pa la barraca. Se queó paralizá, alguien venía pa ella, con un bulto entre las manos y con muncha priesa. A punto está e gritar, cuando se quea mu tiesa, cuasi no cree lo que ve. Es er mesmo tío Colás el Miserias, que suándo y resoplando con sus poquíquias juerzas, s’agacha en la puerta, deja en er suelo er pesao saco, lo estapa, y apaece un precioso caballiquio blanco e cartón, que a la lus e la luna, paece e pura plata. En rematando su faena, se güelve por ande vino, no sin enantes ricuperar las juerzas.

Pero Maruja, no ha sío la única testigo. Allá en lo alto der cielo, asentaos en una nube e perlas, dos hombres vieron también la escena, y en rematando el tío Colás, mu apretujaiquios s’han abrazao, mentres que las lárimas se l’escurrían por sus caras.

A la mañana siguiente, er Blasico y su maere, la Maruja, esfisaron a lo lenjos ar tío Colas. Blasico iba contentismo con su caballiquio e cartón. Er tío Colás, al vellos, se queó quieto parao.

-Anda, Blasico, enséñale ar tío Colás tu caballo. ¿Verdá que es precioso, tio Colás? ¿Verdá que es er mesmo que osté hubiá querío regalalle?

-Pos claro que si, Maruja. Los Reyes, que to lo saben, l’han traío ar Blasico su caballiquio, poique ha sío mu güeno.

-Dios lo bendiga, tío Colás.

Y llorando los dos, se dieron un juertísimo abrazo mirándose y esfisando ar cielo, ande estaban los seres queríos qu’habían perdío, abrazando también ar Blasico.

A la fin y a la postre, han resurtao ser unas güenas Navidaes y un güen dia e Reyes, ¿verdá?