viernes, 27 de abril de 2012

Como frabicaron los moros l'azú e la contrapará.

Antañazo, cuando los moros e la morisma se pusieron a frabicar l'azú e la contrapará, s'arrejuntó un troper e gente, mu jrande, en las dos costeras der rio, que paecían moscas. Unos s'arremangaban los zaragüelles y se metían entro er río a clavar estacas, y otros tanimientras, les arrimaban peñas. Pos señor, que tó iba bien ar comienzo, pero ¡caballeros! cuando ayegaron los hombres ar comedio er río, ar clavar una estaca... ipum!...abajo, ¡y Dios t'aya perdonao!... echaban una peña y... ¡como si juá un paper e fumar!... ipum! y abajo. Y a tó esto, la obra pará y los moros esesperaos, había allí ombre que se c... en er zancarrón e su Mahoma, y ya ecian argunos, «¡caballeros, lo que no pué ser, no pué ser...» cuando s'arremaneció po allí un viejeciquio que naide lo había esfisao en jamás e los jamases, y le ijo a los e la presa: «¡seis unos alimales empinaos! ¿no sabéis que l'agua es una tonta, q'ande la llaman vá?» pus ¡aquí l'estrucia! ¿tenéis mas q'acer una cortaura en la peña, pó aquí mesmo (señalando ande está er sangraor e la Contrapará) y os sorbéis er río por una cieca der ancho d'un zaragüelle?...y los moros miraban ar viejecico aquer, y denguno lo reconojía; pero lo miraron q'estaba arrugao der tanto saber, y ijeron tos: «pus tié razón este agüelo» y se pusieron a hacer la cortaura q'abia dicho aquer tío cutimañas; y tan presto jué arrematá que, en un jesús, er rio se queó en seco, y se vido lo que ojos no verán, que jué que los zagales jueron á jugar ar caliche en comedio er rio, y...asina se hizo l'azú é la contrapará... Pos señor ensiguía que s'arremató la obra, jueron las maeres mias, poique er río l'abía tomao er busto a ejarse caer por la cortaura e la contrapará, y paecía como si abora ijera: «vusotros l'abeis querío, y yo no estoy aquí p'acer siempre buestro busto.»

Y con aquella eficurtá, s'arrejuntaron otra bes más moros que moscas, y escomenzaron a tirar en la cortaura muncha broza y...¡ná!, y haces d'arcabazas y... ¡ná!, y sabenas e perfolla y... ¡ná!, y sarrias e paja y... ¡ná!...poique er rio, bamos ar dicir, es como los hombres, que no saben la juerza que tienen dasta q'se ven repretaos. Y los moros estaban que paecían e yesca, y argunos se c... otra bes en er zancarrón, y otros icían pegando boces: «caballeros esto no tié apaño, ¡nos hemos luzío! aquí no quea más q'acer que ca uno a su casa y no icir denguno lo q'aquí á pasao, que no á sío denguna dibirsión, que quien s'a divirtío es er viejeciquio...» y no jué más presto nombrao, q'er viejeciquio mesmo s'arremaneció allí sin que naide lo esfisara antes, que paecía besibilo. Y lo mesmo jué vello que tirarse a er tos, pa inchalle la geta a guantás, y a rempujones tirallo al agua, pero er tío aquer no s'encorbilló, poique era mu despabilao, y como si tar cosa pega una bos iciendo: «que curpa tengo e que seáis unas bestias vestías! ¿no abéis visto que lo q'está pasando es enchizo? pus lo qu'es tanimientras que no echéis ahí, ¡ollirlo bien alarbes! una virgen e los cristianos, la mesma maere e su Jesús, ya podéis estar tirando, q'es tó como si tirarais una perfolla e panizo...» ¿Tu q'as dicho? n'abia cerrao la boca aquer tio coscón, y ya habían trayío los más adeterminaos, robá, una virgen de ande pudieon echalle mano y l'abían echao ar conduto e la Contrapará po ande s'iba er rio...

¡Lo que pasó entonces caballeros! ¡lo que pasó deseguía que tiraron la virgen al agua!... pos pasó q'ande cayó la estauta santísima se queó en seco, poique, como er río trae toas las pudres d'Archena, no podía er Señor consintir q'el agua aquella mojara a su debina maere, que jué pura antes der parto, en er parto y dimpués der parto, el agua s'echó p'atrás, y s'arremolinó, y corrió p'arriba en bes e correr p'abajo, y tomó biaje otra bes por ande l'abía tenío siempre, y ar yegar a l'azú nueva, sartó por encima, y asina que sartó escomenzaron a echar relinchos los moros, y a icir «¡jamalajá!, ¡jamalajá! ¡bien icía er viejo!; pero er viejo ¡s'abia esparecío!...y aquí entra la moraleja: que er viejo aquel era er demonio malo, que quiso tener un rato e dibirsión en ver como er río se allebaba la virgen, poique la tié muncha tirria; pero jué ar revés, que jué la virgen la que se riyó der demonio, y asina a é ser por los sigros e los sigros. Amén.